El importantísimo rol del Papá

Desde su concepción, los niños tienen un apego especial con su madre, que es la que les provee de sus necesidades biológicas y afectivas; al nacer, no cambia mucho este escenario, la madre sigue siendo quien lo alimenta, atiende y acompaña la mayor parte del tiempo (aunque algunos padres ya están compartiendo estos roles actualmente). Esta dependencia natural no puede durar para siempre, el niño necesita independizarse para no convertir la relación madre-hijo en un problema patológico. La inclusión oportuna del padre en la formación del hijo facilita que el niño consiga su independencia de la madre (la díada madre-hijo) contribuyendo a la ampliación de su mundo, cabe recalcar que madres posesivas dificultan el desarrollo de la autonomía del niño.

Tanto la madre como el padre estimulan a los hijos, influenciando en la formación de la personalidad de sus hijos. Los patrones de comportamiento de los padres son diferentes que de las madres que tienen una tendencia natural a cuidar y proteger a sus hijos, en tanto los padres ejercen un rol fundamental que favorece a la formación de la identidad del hijo ayudándole a identificar su rol dentro de la sociedad. Ninguno es más importante que el otro, sino más bien se complementan, cada uno tiene un rol y aporte; y debe existir un compromiso responsable por parte de los padres para dar lo mejor de sí.

Los padres tienen preferencia por buscar novedades, lo cual enriquece y hace más complejas las actividades rutinarias y pasivas de los hijos descubriendo el mundo externo, ampliando su desarrollo social e incluso favoreciendo su desarrollo físico. Esta búsqueda de novedades genera que se les compliquen las situaciones y los niños se ven en la necesidad de resolver los problemas y adaptarse. El padre también imparte disciplina con más firmeza que la madre, haciendo que los hijos asimilen claramente las  normas de comportamiento, y el sentirse amado por el padre fortalece su autoestima y su identidad (sea masculina o femenina), los niños querrán ser como el padre y las niñas se sentirán valoradas y aceptadas.

Los niños que cuentan con una buena relación paterna tienen más probabilidad de éxito en la etapa escolar y en la adultez, la relación padre-hijo ayuda a desarrollar mayor empatía, tener seguridad en la exploración del mundo (curiosidad y seguridad en sí mismos), más autocontrol y tolerancia sobrellevando mejor la frustración, capacidad de esperar su turno, mantener el interés en actividades que estén realizando y tener seguridad en sus capacidades y habilidades permitiéndoles realizar labores con poca supervisión.

Existen también efectos indirectos en el rol del padre en la familia, un padre comprometido en la formación de sus hijos es fuente de apoyo emocional e influye en mejorar la calidad de la relación del hijo con los demás miembros del entorno familiar (madre, hermanos, abuelos, tíos, empleados, profesores, etc.) generando un contexto familiar positivo.

Los padres tienen roles diversos y el éxito de ellos afecta el desarrollo y adaptación de sus hijos. Las relaciones familiares positivas y nutritivas ofrecen efectos beneficiosos en los niños

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