Tu hijo necesitará amor durante toda su vida, pero es especialmente vulnerable cuando acaba de nacer, por ende, has de demostrarle más afecto y prodigarle más cuidados mientras más pequeño sea. Sin embargo, a medida que va creciendo seguramente irás recordando los comentarios de las personas mayores de tu familia, de tus amigas y de tus suegros.
Tienes que aprender a balancear los cuidados que le brindas con las experiencias que le permitirán afinar su coordinación motora, volverse más despierto y a valerse por sí mismo.
Es importante que tomes las medidas de seguridad vitales: tapar tomacorrientes, alejar cables eléctricos, cerrar la puerta de los baños, pero no tienes que privarlo de ensuciarse, de correr por el jardín o de brincar sobre la arena o el lodo.
El problema surge cuando tus cuidados son contraproducentes. Sabemos que adoras a tu hijo y que no te gusta escucharlo llorar (de hecho, a nadie le agrada), pero tienes que establecer límites, puesto que podrías terminar por engreírlo demasiado. Y esto le causará problemas cuando esté en la escuela porque podría ser muy conflictivo con sus compañeros.
Enséñale a compartir sus juguetes y a respetar aquellas cosas que son de los demás; si intenta hacer berrinches tras ver que otros niños de su edad los hacen, es mejor que lo ignores. Si se acostumbra a recibir todo lo que pide porque hace escándalos, tu alarma debe encenderse y será mejor que le pongas freno a la situación.
Hazle saber que cuenta contigo, pero cuando se caiga tranquilízalo con tus palabras y haz que se ponga de pie solo. Él o ella, a nivel inconsciente, pondrá en práctica este principio en su vida. Respeta sus gustos, pero también muéstrale que otras personas pueden tener apariencias o conductas diferentes y que él o ella tiene que respetar a los demás.
No solo tu bebé te lo agradecerá cuando sea mayor, sino toda la sociedad también tendrá un miembro valioso.
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